Inés, Barcelona
Me diagnosticaron un cáncer de mama con 32 años, durante mi primer embarazo. Estaba de 5 meses. Cuando me llamaron para decírmelo recuerdo que lo primero que pregunté fue “¿me voy a morir?”. Mi ginecóloga me respondió que no lo creía, que era demasiado joven… Por suerte, me llamaron un viernes, y me derivaron enseguida al Hospital Vall d’Hebrón, a Patología Mamaria. Allí me esperaba el Dr. Córdoba, que fue quién me operó, la Dra. Saura, que sería mi oncóloga y la Dra. Goya, mi obstetra. No sabéis la tranquilidad que me dio ver que sabían de qué hablaban y que tenían bastante claro cuál sería la manera de proceder, Y como dijo el Dr. Córdoba, “manos a la obra”. Y así fue, una operación, 16 sesiones de quimioterapia, 30 de radioterapia, poner port-a-cath, sacar port-a-cath por infección, caída de pelo, pérdida de fuerza…
Pero qué suerte tuve a la vez… Después de la 2ªquimio, tuve a mi bebé… Y ya todo se llevaba mejor. Cuando acababa una quimio sabía que tenía alguien que me esperaba en casa…
Y así es como pasé lo mejor de mi vida, que era tener un hijo, mezclado con lo peor, que era la enfermedad. Una contradicción que no se olvida pero que de la que tampoco tengo tan mal recuerdo. Al contrario, el recuerdo que tengo lo tengo cada día en casa, es mi hijo y ahora acompañado de 3 hermanas más.